sábado, 5 de diciembre de 2009

Back to reality, y tenemos mascota

22/11/09

Desayuno tremebundo una vez más, esta vez el zumo del desayuno es de guayaba. Y a la piscina a aprovechar nuestras últimas horas en el oasis. “Cuando tienes el pelo mojado, sí aparentas la edad que tienes”, me suelta Klarita, que está más suelta que nunca. Y otro de Fruta de la Pasión con ron, mañanero, por favor. Ramón se me acerca y me dice que si queremos venir cualquier día a darnos un baño aunque no estemos alojados en el hotel, que sin problemas. Chapó por él, que con esa tontería nos gana y sabe que vendremos y consumiremos. Buen negociante. Desalojamos la habitación esperando que no huela mucho a tabaco, que no se puede fumar en las habitaciones, herencia occidental, supongo. 183 dólares por un fin de semana de capricho, pues ya ves tú. Y lo pago y me quedo tan ancho, que no hay remordimiento que valga. Y antes de irme, Ramón me deja un vale para la piscina, en caso de que me lo vayan a pedir, que no cree, y me dice "Bueno, qué, ahora de vuelta a la verdadera Nicaragua, ¿no?". Y qué razón tiene.

Nos acercamos a sacar pasta, que he tirado de tarjeta todo el fin de, como un señor, como lo que no soy, y a la vuelta nos pasamos por la librería del Eurocafé donde Klara se hace con un ejemplar de Das Parfum. A la salida veo a lo lejos a Ale y a una comitiva de voluntarias dirigiéndose al ciber. Vamos tras ellos y allí nos unimos de nuevo. Ale está rallado con su vuelo de vuelta, se va el jueves, porque American Airlines no le confirma la reserva. Lau me enseña uno de sus proyectos de foto, sobre el cierre de alguna corrala de Lavapies. Tiene arte, sabe lo que hace y las fotos hablan por sí solas. Klara busca sin éxito a su amiga, con la que se juntará en Perú y con la que había quedado para hablar por Skype hoy a las dos, pero nada, no aparece, qué poco alemán.



Cata está derrengada, que como no salió el viernes, tenía que ir a por los materiales para el tejado a primera hora del sábado, sí salió ayer. Con ella estuvieron Mitch, Pico, Chapu, Alemán, Eli, Alba, Ben y Pete, que sorprendentemente se quedó hasta el final, bailando como un poseso y borracho como me habría gustado verlo. Alba y Eli volvieron el viernes de Ometepe, y al final Eli se apunta al viaje e Alba, por lo que se van la semana que viene, y Cata se queda sin compi para bajar hasta Argentina. Y al final, como era de precer, no fueron a Managua Lau y Marta a la manifestación, que salió sin problemas en lo que es considerado toda una victoria de la oposición, aunque sí se registraron un muerto y varios heridos en el retorno de los manifestantes opositores. Ojeo El País y, claro, lo único que destaca es lo del muerto y los heridos. Maldito sea el periodismo cuando sólo se ensaña con la sangre y no con los triunfos de los que gritan cuando vivieron amordazados tanto tiempo, cuando la sangre en este país no es novedad y lo segundo sí.

Comemos en una pizzería y decidimos que hoy es un buen día para la barbacoa. Alba y Marta se acercan al Pali a por verduras, que pollo ya tenemos de lo que me sobró a mí y de lo que le sobró a Marta de su cena. En taxi a casita, back to reality. Estoy cansado y somnoliento después de tanto dormir y estar en horizontal.

Cata nos cuenta que no está del todo a gusto, que se sigue sintiendo algo inútil, que tiene curro de pascuas a ramos y que cuando lo tiene no coincide con nosotros, como este sábado por la mañana. Que le gusta la soledad y eso aquí no existe, así que no sabe si pasará siquiera las navidades. Lo cierto es que la entiendo y me da lástima que se sienta desplazada por ser arquitecta y no obrera, diferenciación que la doña se encarga de remarcar cada mañana cuando la ve.

Pete se está currando ya la barbacoa, luego le sustituyen Ale, Lau y Jose que se ponen a hacer pinchos de verdura.

Me percato de que hay una cría de gato por ahí. Ben me aclara que apareció por la casa de voluntarios el viernes y la hemos adoptado, gracias sobre todo a que cuando apareció Ben y Mitch le dieron una lata de atún, y la gata no es tonta y sabe que aquí hay comida. Como no podía ser de otra manera, su nombre es Rufia, que es hembra.

Intento escribir y, como todos los gatos, se tumba en el teclado, que lo mismo está calentito, o lo mismo sólo quiere cariño y me ve atareado y ella lo que quiere es que la acaricie el lomo y no las teclas. Y luego hace lo propio con Pete, que escribe en su cuaderno y en su casa es dueño de cuatro gatos y está dispuesto a dejarse las yemas de los dedos entre el pelo duro y lleno de pulgas de la pequeña Rufia. Pete se encargará de desparasitarla el lunes. Rufia mira con recelo a Capi, el perro guardián. Así pues ya tenemos mascota. Debe tener tres semanas o menos, está raquítica pero es muy espabilada y realmente es amigable con los humanos, se deja querer mucho, probablemente no la hayan acariciado en su corta vida. Pete dice que este gato es anglosajón y que el español no lo entiende, por eso no me hace caso a mí. Se le sube por la camisa a Pete y se le encarama a la nuca, donde se hace fuerte y encuentra un lugar en el que dormir.

Marta y Eli se dedican a practicar globoflexia para el taller que les van a montar mañana a los niños, que resulta que Marta es payaso profesional. Vanessa y Reanne no vuelven hasta el martes y alguien se tiene que encargar de los desayunos, que aunque ya no hay clase, la doña ha decidido que repartiremos desayuno entre las familias del proyecto, y yo que creía que esto no era Cáritas y que antes, para ganarse el desayuno, había que ir a la escuela o a los talleres. Marta y Eli se encargarán de sustituir a las canadienses.

Rufia hace por no dormirse sobre la nuca de Pete, aunque le balancea la cabeza a la pobre gata, y es que hay demasiado ajetreo en la mesa (Ben, Mitch, Eider y Klara juegan a las cartas; Marta y Eli con lo suyo; Pete y yo escribiendo; Jose y Lau cortando verdura para los pinchos para la barbacoa).

Ale se queda solo con la barbacoa, pues Eva ha ido allá a hacerse valer y Lau ha huido. Hemos invitado a cenar a las dos señoras y aunque rechazan la invitación porque ya han cenado y esto ya iba a ser mucho para el flujo sanguíneo de la doña, se muestran tan agradecidas que se quedan con nosotros. Y ahí vamos, barbacoa de pollo, patatas envueltas en aluminio y pinchos de verdura. Comida campera auténtica, mira que nos ha costado montar la barbacoa y mira que lo vamos a agradecer. Nos ponemos como queremos, sobran papas pero nada más, y todos concluimos que vivir aquí sin barbacoa era poco más o menos que un pecado.

De repente, Ale y Alba se sienten festivaleros y empiezan a cantar y a poner música latina para bailar. Ale se pone el sombrero de pita de Pete, se sube a la mesa, empieza a animar el cotarro. Jose le pregunta que cómo puede sin Flor de Caña en sangre, y la respuesta de Ale es "libera endorfinas, Jose, libéralas". Menuda fiesta nos montamos con nada más que música y buen humor. Vamos a echar mucho de menos a este loco murciano con título de médico y dotes para todo lo demás.

Ben y yo nos leemos a la par un National Geographic que trata sobre el oro, desde su extracción hasta su comercialización. En una página, un niño con un colador buscando el preciado material que para él probablemente valga muy poco, lo que le den por trabajar. En la página siguiente, lingotes, y Ben gracioso "OK, know we are talking! It's like 'meanwhile in Miami'". Y yo, claro, me río, jodidos puntos que tiene el gran Ben.

De repente Ale y Lau proponen un póker dominguero, y nos apuntamos Mitch, Klara (qué duda cabe), Eider, Ben y yo, por lo que el bote ya es cuantioso y decidimos repartirlo entre los dos primeros. Motivado tras haber ganado en Internet el otro día, despliego todo mi mejor juego y arraso la puta partida, dejando a Klara desencantada tras dos rebuys y a Lau sorprendida porque gano manos con poco o con nada, simplemente intuyendo que el resto no lleva suficiente. Y mis piedras y mis frijoles se multiplican y al final quedamos Ben y yo y me tira un all-in teniendo yo dos dieces en mano y otro en el flop, y se lo veo, claro, y él consigue una escalera, pero dos reinas en la mesa posibilitan mi full y a la cama un poco más rico. Gran partida, por fin. "That was a crazy hand", sentencia mi amigo Ben, y tiene razón, una escalera guarra contra un full en la última mano. Muy rico.

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