miércoles, 11 de julio de 2018

Diez minutos de verano en tres actos

I

- Escucha. ¿Te das cuenta? En un sitio como este, los únicos que ponen música en altavoces son los que escuchan mala música. Baja cultura. Música hecha para la masa. El reggaeton ese. No oirás rock, clásica, reggae, ni nada de eso. Los que escuchan buena música, si están en un lugar público como esta piscina, se ponen los auriculares. No molestan. Disfrutan de su música, buena música, alta cultura, sin obligarnos al resto a oírla. Lo que viene siendo respeto. Aunque, visto lo visto, ojalá esos  se quitaran los auriculares y nos regalaran a todos un poco de Queen, o de Jimmy Cliff, o de The Clash. Coño, ¡imagínate estar escuchando Wagner mientras hablamos y tomamos el sol!
- Te entiendo. Pero eso de diferenciar entre alta y baja cultura es un poco funcionalista. Casi fascista. ¿No? ¿Quién decide qué es qué?
- El gusto. El buen gusto. El que sabe de música. El que compone. El que intuye lo elaborado de una canción. El que es capaz de discernir entre arte y moda.
- Pero ‘Despacito’ es una canción muy elaborada. Enfocada al éxito rotundo que alcanzó. Nada en ‘Despacito’ es casual, todo en ella está premeditado.
- Claro, es lo que digo. Estudiada para triunfar. Marketing puro. Y además, es el triunfo de lo efímero. Dentro de cinco años nadie oirá ‘Despacito’. Es más, ya casi no la oyes, y no ha pasado ni un año. Pero Queen seguirá vendiendo. Queen no tuvo la pretensión de escribir himnos. Pero son himnos. Porque trascendió a su época. Se convirtió en un clásico. ¿Qué hay ahora que será un clásico en treinta años?
- No sé. Pero, ¿tanto te molesta? No le prestes atención y sólo será un runrún lejano.
- Las cigarras en los árboles son un runrún lejano. No me molestan, aunque lo que hacen es puro ruido, ese chirriar constante y monótono. Pero estaban ellas antes. Forman parte del lugar. Esos árboles son suyos. Casan con el entorno.
 - Los del reggaeton también forman parte del lugar. Esto es una piscina de barrio, no una privada.
- Los horteras no pertenecen a ningún sitio. Por eso son horteras.
- Suenas muy esnob.
- Pues bien. Soy esnob. Si esnob quiere decir que aprecio la calidad, la privacidad y el respeto, soy esnob. Y a mucha honra.
- No te pongas tonto.
- No me pongo de ninguna manera. Sólo expongo.
- Tú sí que me pones.

Silencio. Besos. Hablar con la nariz rozando la contraria.

- ¿Cuánto te pongo? Del uno al diez.
- Doce.
- Te extralimitas.

Risas. Cachete en un brazo.

- Es que me pones sin límites.
- ¿Nos bañamos?
- ¿Por qué? ¿Te han entrado calores?
- Claro. Contigo siempre es verano.
- Anda, anda. No te pongas cursi.
- ¿Por qué no? ¿Qué es ser cursi?
- Decir ese tipo de frases… empalagosas.

Silencio. Sin besos. Una mirada al césped, la otra buscando sus ojos.

- Pero no te enfades.
- No me enfado. Pienso.
- ¿En qué?
- En que un hombre no puede ser sincero y sensible sin que se le tache de cursi.
- No me vengas con esas. Un hombre puede ser lo que quiera, y ser cursi es una opción. No es lo mismo decirme “estoy a gusto contigo incluso en noviembre” que “contigo siempre es verano”.
- Bueno, es poético.
- Es cursi.
- Alta cultura.
- Un poco baja.

De nuevo, besos.


II

- ¿Quién?
- La del bikini rojo y tanga negro.
- No especialmente.
- ¿No?
- No. ¿Por qué te sorprende?
- Porque a mí sí me parece guapa. Al menos se vende bien.
- Es que no es lo mismo, al menos para mí no es lo mismo. Guapa, estéticamente, no me parece. Que es subjetivo, claro. Pero sí te reconozco que me resulta atractiva. Lo cual, dicho sea de paso, tiene mucho más mérito que ser guapa. El 90% de atraer a alguien es la actitud.

Besos. Muchos besos.

- ¿Y ese arranque?
- Porque me ha gustado mucho eso que has dicho.
- ¿Yo te parezco guapo?
- El 90% que es tu actitud. El otro 10%... pichí, pichá.

Risas. Cachete en el glúteo. Un mordisco en el muslo.

- ¡Me vas a dejar marca!
- Como al ganado.

Soltar la presa. Chuparse los labios.

- Como un vaquero.
- Un vaquero guapo. De los de cigarro de liar y barba de tres días.
- Te estás imaginando a Clint. Al Clint de la trilogía del dólar.
- Pero en ninguna de esas hacía de vaquero.
- Pero fumaba, y nunca iba afeitado. En el Oeste las cuchillas debían ser caras, o los barberos poco meticulosos.
- Y tú sin un pelo en la cara.
- Pero, ¿en qué quedamos? ¿No te recordaba a esos vaqueros de barba de tres días?
- Sí, pero hablaba de la actitud. De ese 90% que hace que en vez de ser cuidadores de ganado sean putos vaqueros.
- Que no es lo mismo.
- Que no es lo mismo.


III

- Los de la música se van.
- Y la del tanga.
- Hasta los horteras tienen hora.
- ¿Y tú y yo?
- ¿Tú y yo qué?
- Que si tenemos hora.
- Tú y yo tenemos todo el tiempo.

Sonrisa. Ojos muy abiertos, devorando.

- ¿Eso no te parece cursi?
- Uy, te ha jodido eso ¿eh?

Beso. Ojos cerrados.

- ¿Nos vamos?
- ¿A dónde?
- A casa.
- Contigo siempre estoy en casa.
- Cursi…
- Pero te pongo.
- Mucho.
- ¿Cuánto?
- Trece.

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