martes, 23 de marzo de 2010

Charlando con Toto

I.
- ¿Te vas a quedar un tiempo por aquí? - me preguntó Toto entre trago y trago de cerveza, los dos sentados en el muelle, con las piernas colgando y los ojos perdidos en el bosque de la otra orilla.
- No, me voy pronto de vuelta para España.
- Ah, te vas porque se acabaron las vacaciones y vuelves a enseñarle las fotos a los amigos y la familia, que los añoras - cruzó por mi cabeza que pudiera estar siendo cínico, pero no lo parecía. Sonreí y resumí.
- No... me voy a España porque si no, me quedo para siempre.
- Ah, hermano. Guatemala atrapa - cantó él, alargando la segunda 'a' de Guatemala y también la segunda del verbo.
- No sólo Guatemala.

II.
Íbamos andando por el camino que separa las piscinas naturales de Semuc Champey, un paraíso en el que puedes estar un día entero pormenos de cuatro euros, de mi hostal. De vez en cuando Toto interrumpía sus frases para saludar a los que nos encontrábamos o a las familias de la vera.
- Mira, eso es lo que más me gusta de mi pueblo... Buen provecho! – un hombre joven con mono azul de granjero, con un tirante desabrochado, acababa de partir con su machete una sandía, y tres niñas corrían a su alrededor, todas vestidas con sus trajecitos de telas de muchos colores. Todo ocurría en el patio de tierra, cerca de la leña apilada y bajo un techo de zinc. El hombre sonrió complacido y agradeció el deseo de Toto, que continuó hablando.– Con un solo melón haces feliz a una familia. Sí hermano, allá en Europa y en los Estados persiguen la vida, aquí vivimos.

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