miércoles, 4 de diciembre de 2013

Hola, Elena

Te pensaste que vendrías a un sitio donde no te despiertas cuando amanece, sino que amanece cuando te despiertas. Un lugar en el que los sueños no se quedan inconclusos, son siempre memorables y a los desayunos les da el sol. Donde el amor a primera vista impera y funciona, vaya que si funciona, a los ochenta aún se besan por encima de la mesa en un restaurante con velas. Un mundo donde en clase te enseñan a bailar con el mismo ahínco que a dividir. Un entorno en donde no importa cómo vistas sino cómo lo lleves y lo grande que sonrías. Una tierra donde la Guardia Civil hace controles de melancolía y la Policía te multa por exceso de estrés. Donde en aduanas sólo te miran mal si es la primera vez que te ven, qué hacías que tardabas tanto en volar y navegar.

Te imaginaste puertas sin cerradura y ascensores en los que la gente se ríe, calles que suenan a jazz, y conversaciones en las que la gente cambia de opinión. Seguro que llegaste a soñar con fuentes de las que mana zumo de naranja y árboles que dan cartas a los Reyes, que existen y saben leer en todos los idiomas. No dudo de que te esperabas montañas de folios en blanco por las aceras, esperando a ser escritos y sujetos por tinteros llenos de futuros. Me apostaría cualquier cosa a que estabas convencida de que aquí, si cierras fuerte los ojos, puedes aparecer allí donde quieras. Es más, confiabas en que fuera tan normal como tropezar. Tan normal como un desnudo.

Allí donde los corazones no se rompen ni se llora por un ya no te quiero, porque allí no existen las cursivas ni las ganas de ponerlas. Allí donde este texto no es cursi, es sólo un manual de instrucciones. Allí donde en los exámenes no se pregunta, se discute. Allí donde leer ficción da estatus y donde el estatus es ficción. Allí donde tienes derecho a estar triste sin motivo y a sonreír con todos ellos. Allí donde las pelotas no las cosen los niños que sólo querrían jugar con ella. Allí donde si cortas a alguien sangras tú y si pegas te duele a ti la cara. Allí donde besar es asignatura obligatoria en la universidad, la que más créditos tiene, y donde los amigos ni se entierran ni te entierran. Allí donde los médicos recomiendan jugar y los ministros pierden al tute con el pueblo, a la copa invita la casa. Allí donde se hace el amor tanto como se folla y donde los tabúes se deshacen más fáciles que las camas. Allí donde los coches no chocan ni el mar se traga barcos, allí donde la mentira es delito y la pena es el destierro, claro, qué si no.


Elena... en realidad sí es allí a dónde has venido, aunque todos te digan lo contrario. Es que ellos son mayores y se les ha olvidado tropezar. Así que tú guárdame el secreto... tú que te sabes niña y no puedes esconder nada, y menos mal. Pregúntale a Claudia, verás. Ella también lo sabe. 

2 comentarios:

Araceli Esteves dijo...

Magnífico

caperucita roja dijo...

Este es el Julius que conozco y que revolotea por mi cabeza.
El texto precioso, tierno, adorable, como tú.
Besos mil desde no tan lejos.