Te pensaste que vendrías a un sitio donde no te despiertas cuando
amanece, sino que amanece cuando te despiertas. Un lugar en el que los sueños
no se quedan inconclusos, son siempre memorables y a los desayunos les da el
sol. Donde el amor a primera vista impera y funciona, vaya que si funciona, a
los ochenta aún se besan por encima de la mesa en un restaurante con velas. Un
mundo donde en clase te enseñan a bailar con el mismo ahínco que a dividir. Un
entorno en donde no importa cómo vistas sino cómo lo lleves y lo grande que
sonrías. Una tierra donde la Guardia Civil hace controles de melancolía y la
Policía te multa por exceso de estrés. Donde en aduanas sólo te miran mal si es
la primera vez que te ven, qué hacías que tardabas tanto en volar y navegar.
Te imaginaste puertas sin cerradura y ascensores en los que la gente se ríe, calles que suenan a jazz, y conversaciones en las que la gente cambia de opinión. Seguro que llegaste a soñar
con fuentes de las que mana zumo de naranja y árboles que dan cartas
a los Reyes, que existen y saben leer en todos los idiomas. No dudo de que te
esperabas montañas de folios en blanco por las aceras, esperando a ser escritos
y sujetos por tinteros llenos de futuros. Me apostaría cualquier cosa a que
estabas convencida de que aquí, si cierras fuerte los ojos, puedes aparecer
allí donde quieras. Es más, confiabas en que fuera tan normal como tropezar. Tan normal como un desnudo.
Allí donde los corazones no se rompen ni se llora por un ya no te quiero, porque allí no existen las cursivas ni las ganas de ponerlas. Allí donde este texto
no es cursi, es sólo un manual de instrucciones. Allí donde en los exámenes no
se pregunta, se discute. Allí donde leer ficción da estatus y donde el estatus
es ficción. Allí donde tienes derecho a estar triste sin motivo y a sonreír con
todos ellos. Allí donde las pelotas no las cosen los niños que sólo querrían
jugar con ella. Allí donde si cortas a alguien sangras tú y si pegas te duele a
ti la cara. Allí donde besar es asignatura obligatoria en la universidad, la que
más créditos tiene, y donde los amigos ni se entierran ni te entierran. Allí donde los médicos recomiendan jugar y los ministros pierden al tute con el pueblo, a la copa invita la casa. Allí
donde se hace el amor tanto como se folla y donde los tabúes se deshacen más
fáciles que las camas. Allí donde los coches no chocan ni el mar se traga
barcos, allí donde la mentira es delito y la pena es el destierro, claro, qué
si no.
Elena... en realidad sí es allí a dónde has venido, aunque todos
te digan lo contrario. Es que ellos son mayores y se les ha olvidado tropezar.
Así que tú guárdame el secreto... tú que te sabes niña y no puedes esconder
nada, y menos mal. Pregúntale a Claudia, verás. Ella también lo sabe.
2 comentarios:
Magnífico
Este es el Julius que conozco y que revolotea por mi cabeza.
El texto precioso, tierno, adorable, como tú.
Besos mil desde no tan lejos.
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