Queda tan poco. Y te miro. Y me miras. Y te sonrío en lo que seguro es una mueca absurda, puro nervio en cada labio, como hacía tanto que no lo hacíamos. Como hace ocho años, cuando por primera vez nos pusimos tan cerca como lo estamos ahora. Aquella noche empezó todo y no lo sabíamos. Aquella noche nos ha traído aquí, menudo viaje. Y no sabíamos lo que hacíamos. No sé si lo sabemos aún.
lunes, 24 de septiembre de 2018
martes, 18 de septiembre de 2018
Así que juegas
No descartas que no te guste. No descartas que no le gustes. No descartas nada, y te importa poco, porque qué cartas más buenas para jugar a esto que ya conoces pero haces diferente, porque son demasiadas las partidas echadas, los faroles vistos, los bad beats sufridos, las apuestas mal medidas, los porcentajes de probabilidad que auguraban desastres pero luego precedían a éxitos inesperados, porque al fin y al cabo los porcentajes son solo eso y la probabilidad es una ciencia que en realidad asegura que algo puede ocurrir, aunque sea una de cada mil veces.
Así que juegas.
Así que juegas.
viernes, 7 de septiembre de 2018
Coge altura
Volad, les digo.
Volad, que no hace falta saber cómo. No se hacen cursos de pilotos para volar como os digo. No pilota nadie en un vuelo que no sabes a dónde va, pero que coge altura a cada sílaba suspirada en un email o por teléfono, porque esto va de la distancia, de no veros, de no verte a ti mismo, de olvidarte de quién eres, de saber qué quieres hacer, ser, parecer, estar. Volad sin mirar al suelo. Volad sin huir a ningún sitio. Volad para encontraros a vosotros mismos en un cielo de misterio. Porque nadie sabe qué pasará. Por eso mismo, porque el destino es incierto, volad. Porque lo que quedará será el vuelo, el trayecto recorrido, las turbulencias y los cócteles a 30.000 pies. La comida insípida y las películas brillantes. Los sueños sobre hombro ajeno y los amaneceres de tú a tú, porque ahí arriba no levantas la vista para ver el sol, lo tienes enfrente, a tu lado, por todas partes, infiltrándose por la ventana para regalarte una alfombra de nubes por la que no caminas porque te elevas sobre ella, porque no hay nada debajo, solo aire sobre el que flotar.
Volad, que no hace falta saber cómo. No se hacen cursos de pilotos para volar como os digo. No pilota nadie en un vuelo que no sabes a dónde va, pero que coge altura a cada sílaba suspirada en un email o por teléfono, porque esto va de la distancia, de no veros, de no verte a ti mismo, de olvidarte de quién eres, de saber qué quieres hacer, ser, parecer, estar. Volad sin mirar al suelo. Volad sin huir a ningún sitio. Volad para encontraros a vosotros mismos en un cielo de misterio. Porque nadie sabe qué pasará. Por eso mismo, porque el destino es incierto, volad. Porque lo que quedará será el vuelo, el trayecto recorrido, las turbulencias y los cócteles a 30.000 pies. La comida insípida y las películas brillantes. Los sueños sobre hombro ajeno y los amaneceres de tú a tú, porque ahí arriba no levantas la vista para ver el sol, lo tienes enfrente, a tu lado, por todas partes, infiltrándose por la ventana para regalarte una alfombra de nubes por la que no caminas porque te elevas sobre ella, porque no hay nada debajo, solo aire sobre el que flotar.
lunes, 3 de septiembre de 2018
Solo despertar en septiembre solo
Te despiertas después de dormir mucho y soñar algo que no entiendes y no haces por grabar en la memoria. Te despiertas queriendo escribir, pero no sabes el qué. Te despiertas melancólico, sin motivo, o cargado de razones, ni lo sabes ni te esfuerzas por entenderlo. Te despiertas, sin más, el primer lunes de septiembre, el primer día del fin del verano, el primer día del resto de tu vida, que ya nunca será igual porque no vivimos en bucle y que lo tenga que venir, que venga, pero que no me avise, porque no estaré preparado de todas formas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)