viernes, 24 de octubre de 2008

Helio en la Luna

Hoy, si quieres ser alguien en este planeta, tienes que mandar un cohete a la Luna. India es alguien por fin. China hace tiempo que logró ese caché. El sudeste asiático hace valer su gigantismo y escupe al espacio salivazos de última tecnología.
Hoy gentes de Europa del Este se afanan en limpiar tu parabrisas de las inclemencias del planeta. Tú no quieres, pues amas tu don para ver a través de un cristal sucio, pero el oriundo de cualquier parte menos de ese paso de peatones se empeña en que es dueño de la fórmula mágica para retornar la transparencia a tan valioso escaparate, y filántropo él, quiere hacerte partícipe de ella, y sólo por unas monedas. Tú rehusas porque piensas en la Luna.

Apoyando el talón del pie derecho en un poyete metálico, de esos que están ahí al borde de la acera para amoratar espinillas y abollar chapa, el chico de piel tostada y pelo negro, sucio y revuelto, espera a que el semáforo le dé luz verde para abalanzarse sobre cualquier coche. Vestido con una sudadera roñosa, Nike para más señas, y con unos vaqueros roídos, cubriendo sus pies con unas Adidas negras sin cordones, el chico mueve la cabeza, siguiendo el ritmo de una música que sólo suena en su cabeza. Los coches pasan a su lado, el ámbar indica que todos han de acelerar, ahora o nunca, y el rojo los detiene, rabiando, mordisqueando el paso de cebra. El chico salta a un Ford Focus gris y fumiga su luna mientras despliega a través de ella todo su poder de convencimiento: una sonrisa y un meneo de cejas. El conductor, cuarenta y pocos, de traje pero con la chaqueta descansando en el asiento trasero, pelo corto y bigote espeso, agita sus brazos. Se comunican cual chimpancés, uno con muecas, el otro con aspavientos. Gana el gorila nervioso enjaulado, y el mono taimado se aleja a otra rama con su Glassex y su estropajo.
En la India han llegado a la Luna así que a mí qué coño me importa si mi coche está sucio, no lo toques, me cago en la puta, que no me sale de los cojones. Y punto. Mi luna sigue sucia y aquella ya no tiene misterio... o sí. Los hindúes se han ido tan lejos en busca de helio, que va a ser muy importante cuando terminemos de arrasar con lo que fue importante antes, y nosotros, él y yo, sólo conocemos el gas para transformar la voz en otra más aguda e hilarante. El helio ahora es lo más, la luna la vimos hace cuarenta años en la tele, este es un gran paso y todo eso, el chaval de pelo grasiento sólo quiere comer algo, hace cuarenta años y ahora también, y yo soy el del coche, no me limpies, coño, que no me sale de los cojones, que Wall Street se va al carajo y sólo el helio puede salvarnos.
Si Armstrong se hubiese comprado una parcela en el satélite, que habría cuidado gustoso Collins, hoy su familia podría salvar al mundo y enriquecerse con el comercio espacial de helio, y la de Collins podría continuar allá. Y el limpiacristales y yo seguiríamos hablando como los simios que somos a través de un cristal polvoriento.

5 comentarios:

Germán Huici dijo...

Vaya! Es lo primero que te leo que no es estrictamente atobiográfico y me ha gustado. (También cabe la posibilidad de que todo sea inventado y en realidad seas una mujer de 61 años aficionada a la narrativa y la floristería, en esa caso: Señora, es usted un genio).
Si eres realmente Julio, espero leerte más historias inventadas, molan!
Saludos.

Mixha Zizek dijo...

Muy buena entrada muy distinta a otras que te he leído, sigue ese ritmo, interesante reflexiones y con mucho humor negro (como creo que es el tuyo) me ha gustado mucho, un beso

Germán Huici dijo...

Oye! qué pasa que no escribes??? Ánimo, te animo a que sigas!

Anónimo dijo...

... "Me gusta cuando callas porque estás como ausente". ¿¿¿??? Vamos, ¡miedo me da!

Anónimo dijo...

¿Qué le pasó a este blog?
Te animo a que sigas!
El Tejón.