jueves, 9 de octubre de 2008

En las alturas sólo hay nada

Dice Juan Diego Botto cuando es Martín H que de Buenos Aires echa en falta, por extraño que parezca, los tejados. Con sus depósitos de agua. Con sus suelos encalados.

En Madrid nadie piensa en la existencia de los tan obvios tejados. Porque los de Madrid son anodinos y cuadrados, y no tienen depósitos de agua. Los tejados de Madrid suelen estar cubiertos de moqueta rígida alquitranada o de chapa grapada, excepciones son los que sólo están encalados, o con tejas, o con esculturas magníficas que todo lo ven y lo controlan. Los hay, pero son los bichos raros, marginales y escandalosos.

En lo alto de Madrid las antenas parabólicas son girasoles inválidos, mirando siempre al mismo sitio, tan parecidas las unas a las otras, recogiendo más o menos canales, albergando más o menos pipas.
Las chimeneas sólo son granos que le salen a los áticos abiertos. Protuberancias de aluminio o de cemento que permiten escapar las impurezas de las casas.

No hay ladrones saltando de tejado de tejado, ni los gatos dejan verse en tan civilizadas altitudes. Como mucho rompe la quietud un limpiaventanas, trepamuros de cristal, que además es probable que no quiera estar ahí, aunque ahí es único.

Madrid recorta sus tejados cuando atardece, y sólo dibuja aburridas simetrías, no ha lugar redondeces absurdas ni escorzos imposibles. Gaudí no era madrileño, ni falta que le hacía. A él, a Madrid siempre.

Ropa tendida en los tejados, intimidades a vista de pájaro. Poleas que quieren ser enredaderas, grúas que quieren ser secuoyas, y antenas emulando hojas de olivo, todas escapando de lo alto de las casas, huyendo hasta mucho más alto, pero congeladas en la acción. Así nadie las presta atención, no se la merecen.

No quiero ver más y saborear tan poco, pero aun así no puedo dejar de mirar por la ventana.

Vivo en un décimo, y cuando salgo de casa quiero seguir en un décimo, porque a ras de suelo no estudio estos tejados que yo nunca echaría de menos, aunque siempre ando mirando arriba, a los tejados de Madrid.

Madrid, coño, Madrid, siempre igual...

5 comentarios:

Mixha Zizek dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mixha Zizek dijo...

Me encantó tu comentario, gracias por tu visita y eres bienvenido siempre, me gusta esta entrada porque me muestra tu visión y sensibilidad acerca de lo que te rodea. Me hace recordar muchas cosas que dejé en el mío.
Te pondré entre mi lista de links, me gustó tu término "quedás linkeada" mi link es
http://mixha-zizek.blogspot.com/
de Mixha's Attic

... un beso

Anónimo dijo...

Es la tragedia de la gran ciudad; nada en las alturas, gatos sin tejados... y, paradojas de la vida, aburridas y repetitivas simetrías sobre la diversidad, lo nuevo, lo varguardista... en definitiva, el espectáculo de la gran ciudad... Y no sé por qué decir Madrid es simplificarla a una boca de metro, y no sé por qué decir Madrid es sentirme desnuda, al descubierto, totalmente vulnerable.
Nada en las alturas y todo en las cloacas... qué va a decir una chica de pueblo acostumbrada a andar por los tejados... Madrid, como mucho para ir al teatro.

Anónimo dijo...

Madrid es la polla y punto :)

Anónimo dijo...

Esa era yo... Juas!
Y añado... mítica frase ya.

De Madrid al cielo!