miércoles, 1 de octubre de 2008

Abrirse paso

El conductor de la ambulancia deja caer la mano sobre el volante, y el claxón se une al ruido callejero. La furgoneta que le impide el paso se aburre esperando a que un pequeño Polo salga de una vez y así ocupar ella el hueco libre. Pero el de la ambulancia no lo ve, o le da igual, y vuelve exigir celeridad lamentándose con su bocina. El de la furgoneta asoma la cabeza y mira hacia atrás justo cuando el Polo huye del lugar. Pide el muchacho, ojos entornados y la voz más, que se esté tranquilo el de la ambulancia, que ya va. Acto seguido deja que la furgoneta ocupe suavemente, arrastrándose casi por el empedrado, el sitio dejado por el Polo, permitiendo el paso del exigente y ya doblemente amarillo vehículo de emergencias. Al pasar a su lado, el de la ambulancia grita hacia su izquierda que tranquilo él no, que él lleva a un enfermo y que no puede ir tranquilo. Y que se vaya por ahí el de la furgoneta, hombre ya. Al arrancar no ha podido apagar la respuesta del interpelado. Pues pon la sirena y no toques el claxón.

Dos horas antes, en el trabajo, M. ha cogido el móvil y una voz chillona se ha dejado oír más allá del aparato. M. se ha levantado a la vez que pedía un minuto a su estruendoso interlocutor para salir de la oficina, y que hablará más bajo que la iba a dejar sorda.
Ha vuelto a los trece minutos, con los ojos rojos y la palma de la mano sujetándose la frente, como si los sesos fueran a salírsele desbordados si ella no contenía la presión. Se ha sentado y todos le hemos preguntado sin abrir la boca, así que ella ha balbuceado que sabía que iba a pasar, que tenía que terminar pasando, que a una amiga suya del pueblo, de la infancia, con la que M. había jugado a juegos que ya no existen, la había matado su novio, para luego suicidarse él, dejando de existir los dos, como los juegos a los que M. jugaba con su amiga.
Y se ha quedado trabajando, esperando que su cabeza volviese a las cifras y las mediciones y el posicionamiento en Google y tácticas de SEO y mira a ver qué pasa que no estamos contando en el Analytics.
A lo largo de lo que quedaba de tarde ha recibido dos llamadas y las dos las ha llorado.
Y luego ha vuelto a ver qué pasaba con el portal ese que no estaba contando debidamente, a solucionar lo de la nueva alianza con los ingleses esos, a olvidarse de su nombre y de su pueblo, y de su amiga que ya no está porque un inadaptado así lo quiso, y se veía venir.
Se veía venir.

El conductor de la ambulancia se inventó las prisas, creyéndose rey del mundo cuando debería de ser su lacayo, asesino de tiempos que se le agotan a los moribundos. El de la furgoneta lo vio venir y descubrió a un conductor egoísta y ansioso y no a un heroico velocista de la supervivencia. Las prisas no le sirvieron al funcionario y el mal humor sí que le llegó antes. El de la furgoneta se olvidó de la anécdota a los siete segundos.

M. veía venir lo que pasaría. M. y más gente del entorno. Así que M. siguió trabajando después de que, efectivamente pasara. Siguió a su tarea, como si tal cosa, tal vez asimilando que si lo había visto venir, había que seguir como hasta entonces. Como si tal cosa. Y es normal y comprensible, qué vas a hacer tú, niñato, en ese caso, a ver... Pues está claro, tocar el claxón para abrirme paso y dejar atrás lo que me impedía el paso hacia vete tú a saber dónde. Y cagarme en la puta porque esto está podrido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y yo también me cago en la puta, una vez más... y me cago en la puta por esa ceguera crónica de quienes "lo veían venir"... la justificación y el consuelo en tres palabras: "se veía venir".

Anónimo dijo...

No puedo decir nada. Es un tema que me indigna sobremanera.

Haces bien plasmandolo aquí. Hoy M. ha vuelto a llorar y lo que le queda. Si, todo está podrido.

Bss...

Memphis dijo...

Ira, asco y repudio.

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