martes, 21 de mayo de 2013

Meetic

Si yo no confiaba. Porque... una chica que es interesante, guapa, inteligente, simpática... ¿qué hace en una página de contactos? No, no confiaba. Pero él me dijo que probara, que éste es un siglo nuevo, que todo son nuevas posibilidades, que no perdía nada. Y yo, que no sé decir que no, seguí sus indicaciones.


Hoy, dos meses después, sentencio que él no estaba equivocado. Hoy que la he conocido, que quiero conocerla, que quiero tocarla y besarla y apartarle el pelo de la cara cuando me despierto antes, que la muerdo y dejo que me muerda y que se ría de mí y yo mofarme de ella, que tiene un perro que ya me lame y un pájaro que no se calla, que tiene un cuerpo que recorro ya sin mapa y una boca que recuerdo, una lengua con la que juego y unas manos que saben acariciarme y que a veces, sólo a veces, agarran fuerte las sábanas, hoy entiendo que sí, que ésta es una época nueva en la que Internet y sus armas forman parte de nuestra vida y hay que subirse al carro y comprender que sólo son una alternativa más, que rechazarlas en ignorancia es tan atrevido como saltar a un ruedo siendo ciego pero oliendo al morlaco gigantesco que corre.


Cuando me preguntan cómo la conocí, me cuesta decir la verdad. Cuando me preguntan si me gusta, no conozco la verdad a medias. Cuando me preguntan su nombre, al decirlo es como un helado que se derrite entre mis dientes. Cuando me preguntan qué tal el sexo, sonrío. Cuando me preguntan de dónde es, me aburro. Cuando me preguntan qué hace y lo narro me doy cuenta de la ventaja que me lleva, de que es casi de otro mundo, de que juega en primera división y yo aún soy alevín, y me encanta. Cuando me dicen cuándo hemos vuelto a quedar, cuento segundos. Cuando me dicen qué pasará, guardo silencio, porque es lo único que puede guardarse cuando algo empieza, guardar esperanzas es nadar en hielo, tal vez lo rompas, tal vez te congeles.

Y me llama. Y me dice que hoy al final no podremos vernos. Y yo pregunto inocente y me encuentro con dudas que suenan culpables. Con excusas que no tiene porqué dar y mi balbuceo significa que no entiendo. Y ella me dice que le ha llamado un amigo que tiene ganas de ver. Y yo le digo que muy bien, que ya quedaremos, que tú verás qué problema.

Pero no es amigo. No sé nada de ella desde hace una semana, en realidad nueve días. Ahora cuando me preguntan por ella, incluyendo ya su nombre en la interrogación, yo respondo a pocos decibelios que no lo sé, que parece que se fue al carajo. Y cuando me preguntan por qué, no sé responder. Es el mundo en el que vivimos. Es la frustración que ya he conocido en situaciones en las que Internet no formaba parte. No es nuevo, pero quería que lo fuera. Así que vuelvo a mirar la página de contactos y veo que se ha dado de baja, que es la forma en la que en estas circunstancias desapareces sin dejar rastro, antes lo usábamos sólo para referirnos al trabajo, darse de baja, hoy profesionalizamos las relaciones y en éstas también te das de baja, dimites, te despiden, sin finiquito. Te bajas. Así que busco sin buscar nuevas experiencias, con ojeras y pensando en aquella esquina en la que nos encontramos la primera vez, en las cañas que nos tomamos mirándonos a los ojos, en aquel beso que sabía a cebada y que duró una eternidad. Y mira ésta que parece interesante, contactemos, reiniciemos, quién sabe. Como la puta vida real, pero robándole un poco de espontaneidad, que al fin y al cabo es lo que me definía y ahora en cambio ya no sé qué me hace diferente en un mundo en el que teclear es la manera de susurrar.

1 comentario:

mar dijo...

Me ha encantado tu forma de describir esas emociones...tan intensas...pasión,dolor,amor...Ánimo!tu sensibilidad tendrá premio!