jueves, 29 de octubre de 2009

Dos escorpiones antes de dormir

25/10/09

Después de una dosis de Internet (gratis para los que van con su portátil, he triunfado) para hablar con Madrid, nos vamos Laura, Judith y yo al mercado. Hacemos compras y dejamos a Judith en un taxi, y empieza a diluviar. Lluvia del trópico: un chaparrón tremebundo de diez minutos. La M30 no pasaría la prueba. Esperamos un rato a que escampe, pero escampar es simplemente que llueva con menos fuerza, así que nos decidimos y nos lanzamos.



Pasamos por un cine en la que echan La última casa a la izquierda y Puños de asfalto, pero ninguna de esas películas se llaman igual aquí, y el eslogan está en nica. Tengo que venir a ver una peli aquí.



Nos encontramos, casualidades de la vida, con una pareja que conocí en mi periplo costarricense, cuando casi aparezco en otro país, cual Macaulay en Sólo en casa 2, atrapado en el avión equivocado. Vienen de Masaya, donde por lo visto son fiestas y duran hasta el finde que viene, inclusive. Laura y yo nos miramos y tenemos plan para el finde que viene. Su tobillo (vino con un esguince) va mejor y el finde estará a tope para lo que sea menester. Es estupendo haberla encontrado porque es la única novata, como yo. El resto… ¿habéis estado en la playa de San Juan del sur? Sí. ¿Habéis estado en la laguna? Sí. ¿Habéis estado en Masaya? Sí. Laura, a todo eso, como yo, responde que no, así que la necesidad nos alía como compañeros de viaje que se inicia para los dos a la par.

Quedamos con Bea, Vanessa y la otra canadiense, que se llama Raianne, o algo así (Raian al oído). También anda por ahí Alba y un nica llamado Omar, muy majete, y de los pocos con pasta. Nos vamos a tomar un copazo.

Aquí se sirve así: botella de medio litro de Flor de Caña (muy serio para los que les guste el ron, la exquisitez dulce), refresco por otro lado, cubitera, y vasos. Y hala, a ver el fondo de la botella.

Hablamos de lo divino y de lo humano y descubro lo inteligente que es Vanessa, pues chapurreando español es capaz de hacer bromas cojonudas. El humor en otro idioma es síntoma de brillantez.

Nos terminamos nuestra botella, llamamos a un taxi y conseguimos convencerle de que nos suba a La Prusia, que con la llovida de antes, fino tiene que estar el camino.

26/10/09

Yo, que he hecho de estar tirado en el sillón una profesión, que hago del ordenador mi segunda piel, que rehuyo el deporte y el sudar, que me siento escritor y por lo tanto sentado es mi postura, yo, hoy a las 7.30 de la mañana, estaba haciendo cemento, sin hormigonera, que eso es un lujo. Seis barreños de arena, un saco de cemento y barreño y medio de agua. Remover, mezclar, un poco más de agua, remover, mezclar, cemento.

Yo, que me he roto huesos que no sabía que existían, que me he tropezado varias veces con piedras inexistentes, que me ahogo al nadar o correr, que sudo cuando follo y ya me parece demasiado, yo, hoy he subido bloques de piedra al andamio (de madera, hecho a mano, que el metal es de ricos), he movido el andamio de un lado a otro, he doblado alambres para formar estribos con los que agarrar el encofrado, he usado la pala más veces que en toda mi vida, he cargado sacos de cemento y barreños de mezcla, andamio para arriba, ante la mirada del nica obrero, que me llama debilucho y caballo, que es como aquí se llaman a los patosos, a los que no entienden, a los que les cuesta. Sos un caballo.

Pete, con sus 57 años, hoy me lo ha dicho, curra como el que más. Mientras el resto de voluntarios a la hora de comer se va y no vuelve a la obra, él se queda a comer con los dos nicas que ACE tiene en nómina para la obra. Por la tarde hay más mezcla que hacer y encofrados que fijar. Porque quiere. Y es abogado jubilado.

Klara, alemana, encaramada al andamio, como uno más, sin hablar nada de español, pero a ella no le llaman caballo. A Pete continuamente, pero porque saben que responde con
un Fuck You que a todos nos encanta.

Endika habla nica en la obra. Él dice que porque sino no le entienden. Yo, simplemente, creo que es un poco flipado. Pero también curra sin descanso.

Ha sido mi primer día de albañil y estoy molido. Bueno, albañil, peón y ya es mucho. Cemento por toda mi piel, litros sudados, el pelo hecho un buruño, las zapatillas blancas cuando me las compré negras, los músculos montándose unos encima de otros, llevar el tenedor a la boca es un esfuerzo… ha sido mi primer día, el más duro. Ahora sé lo que es estar en la obra. No todos valen. Yo no valgo, creo, pero no me quiero rendir, aunque La Mula, que es como llaman a Daniel, uno de los nicas contratados por ACE para la obra, me haya vacilado de más, llegando a tocarme los cojones. Pero mañana será otro día, espero cansarme menos, y dentro de un mes quizá le llame yo caballo a él. O quizá en una semana lo deje y me dedique a los críos. Laura quiere que me vaya con ella a dar clases a los críos. Y yo sólo le digo gracias y nos descojonamos. Creo que tenemos feeling esta chica y yo, pero es que yo, como Endika en la obra, soy un flipado con las mujeres.

En una hora y cuarto me voy a entrenar a los chavales al fútbol. Por supuesto, no me apetece nada, pues imaginarme corriendo detrás de un balón, aunque sea con niños de doce años, se me antoja durísimo, ahora que no sé si estas piernas son mías, si el corazón me late y si el dolor de los brazos se me pasará algún día.

Hoy he hecho algo por primera vez en mi vida. Construir.

Y me lanzo en busca de Lenin y de los críos y no los encuentro, así que vuelvo fracasado a la casa de voluntarios. Si no es fútbol… juguemos al Uno. Todo voluntario que llega y nos ve a Klara, a Pete, a Ben y a mí jugando al Uno se sorprende, pregunta quién lo trajo y todos me dicen lo mismo: “what a good idea”. El jodido Uno. Internacional donde los haya, simple donde los haya, divertido donde los haya. Laura se une y jugamos un par de horas, descojonados de la risa. Klara es competitiva a más no poder, sólo cuenta 19 añitos, todavía no sé que hace aquí. Viene de Colonia. Ben es majísimo, risueño, y no es el tipo duro que su tatuaje de Cristo y de un dragón dominando el globo terraqueo quieren hacer ver. Habla español bastante bien porque, textualmente, "estuve en Barcelona cuatro meses... con una amiguita", pero aun así se pone rojo cuando chapurrea español... un tipo que parece un vikingo. Lleva cinco años sin pisar los EEUU, le asquean, está hasta los cojones de la clase política y de la corruptela y no piensa volver. Y es de Nueva York. Como me suponía, cada historia de cada voluntario es una historia que contar y recordar.

Pete tiene a su mujer en Panamá. Es ingeniera y trabaja para la NASA, "and now she is so busy I just left her there", dice, entre resignado y tranquilo. No pregunto más.

Klara gana sin parar, juegue a lo que juegue, en este caso el Uno, yo me llevo alguna, Ben también, Laura idem, pero Pete no consigue quedarse sin cartas. "You are cheating me just because I'm old", bromea, el cabrón. Me tiene alucinado.

Y a cenar. Aquí la organización es como sigue: las comidas las prepara una mujer de La Prusia, a la que ACE paga para ello, pero la cena corre a nuestro cargo. Como la comida es, invariablemente, gallopinto (arroz y frijoles, a veces algo de pollo, a veces algo de ternera, a veces algo de ensalada, pero el arroz y los frijoles son una constante), está prohibido hacer lo mismo para cenar. Cada día le toca a un voluntario hacer la cena. Ese día libra de sus tareas para irse a Granada a hacer la compra. Bea nos ha preparado un guiso de pollo con berenjenas cojonudo. Miedo me da cuando me toque a mí. Yo ya les he ido avisando. La cocina no es lo mío, y propongo pasta para cuando me toque, pero también está prohibido para la cena. Maldita sea.
Lo bueno de este plan: cenamos todos juntos, que es la mejor opción para que ya les conozca a todos. Como en todo grupo de peña, hay corralitos de amiguetes. Reanne, Vanessa (las dos canadienses) y Bea son una piña. Alba y Eli idem. Jose es más independiente, y por necesidad, o por lo que sea, que soy muy flipado, ya lo he dicho, Laura y yo nos hemos asociado en nuestro papel de novatos.

Tras la cena, todos los días, hay reunión para plantear temas que quedaron en el tintero y para planear las actividades del día siguiente. Quién da clase de qué a quién, quién va a la obra, quién baja a Granada… El tema estrella de esta noche son las llaves de las casas de voluntarios (la azul, una de una sola habitación comunitaria de nueve personas donde se respira el mejor rollo; la amarilla, la mía, de cuatro habitaciones de cuatro). Por lo visto ha habido algún robo, hay sospechas de quién ha sido, y además un día, Carlos, el cuidador de la finca, entró sin reparos en las casas para fumigar y se enfrento al genio de Haley, que es mona, pero la verdad, se me antoja un poco gilipollas, marimandona y tiquismiquis. Esto es Nicaragua, nena. Ja. En fin, que qué hacer con las llaves, si mantener el plan de hasta ahora (una llave común para cada casa, escondida en algún sitio) o si lo cambiamos y que cada voluntario tenga una llave. Por supuesto, esta segunda opción es una locura. Judith plantea que a Carlos hay que tratarle como lo que es, un nica inculto y orgulloso. Hay que hacerle un poco la pelota, que se sienta respetado, y entonces estará a nuestra disposición. Yo estoy con ella, la diplomacia por bandera, adaptarse al entorno. Pero Haley dice que no confía en él, que bla bla bla. Me saca un poco de mis casillas, pero sólo llevo tres días. Ver, oír y callar. En fin, que ni una llave para Carlos y que él nos abra cuando no haya nadie, ni una llave para cada voluntario. Se decide unánimente que el plan se queda como está, pero que el escondite de la llave vaya rotando. Alba, en un aparte, me explica que los nicas tienen una habilidad especial para ver en la noche, y que seguro que nos calan guardando la llave, pero que es un riesgo que hay que correr porque no existe la solución perfecta. Y se levanta la sesión, y me retiro que estoy reventado. Son las diez de la noche y es como si fueran las tres de la mañana.



27/10/09

A la obra, señores. Hoy, en mi segundo día, me he encontrado más suelto. Ya le respondo a Mula con algún vacile. Bismarck, el jefe de la obra (¿una Prusia sin un Bismarck? No puede ser), al que llaman Pico, ya me llama por mi nombre y me da órdenes. Soy uno más, y aunque el curro de hoy ha sido más duro (rellenar el suelo de la estructura un par de palmos con arena para luego echar cemento, hoy ha sido día de pala, pala, pala), no me he cansado tanto. Se ve que me voy haciendo. Y sólo llevo un día. Esto es duro, me estoy curtiendo, tengo las manos con alguna ampolla y los músculos en tensión. Y lo mejor de todo: cada vez me río más. Nos lanzamos mezcla, piedras, rollito gay como en toda obra de cualquier país. Joder, quién me ha visto y quién me ve. Sólo me falta piropear con grosería.

Descubro por fin la casa de Lenin, que está en el proyecto, inútil de mí, y me acerco a ver qué pasó ayer. Me dice que tuvieron que ir a jugar al fútbol antes, a las 3, que lo siente y que mañana vuelve a haber entrenamiento, esta vez a las cuatro. Quedamos de nuevo. Su hijo, Vladimir, no deja de darle a la bola y de mirarme de vez en cuando. Parece que busca mi reconocimiento. ¡El mío, que soy un patán al fútbol! Pero soy gringo, claro, y la aprobación de un gringo es el sumun.

Peter me explica que para los nicas de la obra no sólo somos caballos, sino que somos gilipollas, pues sólo curramos por el plato de gallopinto que nos dan.

En un momento dado, Laura ha aprovechado el descanso en la escuela para venir a buscarme e ir a por un café a donde Mayela, una mujer del proyecto que por un par de córdobas te pone el café más rico que he probado. Y te saca un pico, un bollo triangular que da la vida. Nos acompaña en nuestro periplo cafetil Pochi, el de Alcalá de Henares, que vino con ACE y terminó estableciéndose aquí.
Y de vuelta al tajo, que ya no queda nada.

Comemos gallopinto, pero, oh sorpresa, qué suerte la mía, también hay pollo empanado y ensalada.

Jose me comenta que por primera vez en mucho tiempo sabe lo que es vivir sin móvil. Yo le digo que no sólo sin móvil, que yo ahora vivo sin saber la hora que es, orientándome sólo por las costumbres. Si comemos, será esta hora. Si cenamos, será esta otra.

Y terminamos y todo el mundo muere en algún rincón, así que duchazo, cambiarse de ropita, escribir esto mismo, ver a las gallinas y a los gallos que no saben cuando cacarear y que nos invaden, y disfrutando de una ligera brisa, en un porche de madera, con Ben leyendo sobre la historia de un periodista en la guerra sandinista, tumbado en la hamaca, Klara con el iPod en otra hamaca, y una radio de fondo, del vecino, con tonadas nicas. Esto es vida, y eso que he venido de la obra.

28/10/09

Klara se ha quedado sobada, voy por ella a la voz de "Klara, it's 7.30", y responde con un adormilado seisse (mierda en aleman, como se escriba). Salimos escopetados, Pete y Ben ya están allí, haciendo mezcla (cemento ligero para pegar bloques, que luego nos toca hacer el cemento para el encofrado, que eso es diferente... joder, hay dos tipos de cemento... ¡y sé hacer ambos!). Ya le he cogido el punto a La Mula, no hay de qué preocuparse, tiene sus días. Pico me manda como a uno más, ya llevo tres días currelando, con cemento hasta en las pestañas, y no me canso tanto. En tres putos días. No, si volveré fuerte y más sano, yo que creía que volvería desnutrido y asfixiado.

Klara se vino aquí tras terminar el instituto. No sabía que estudiar en la uni y decidió que se iba a ver mundo mientras lo pensaba. Le digo que es una sabia decisión y ella me responde que casi nadie en Alemania piensa así, que todo el mundo se quedó asustado cuando dijo que no iba directamente a la uni. Yo le digo que empecé Historia, que hice un módulo de informática y que resulta que ahora soy periodista, y que entre esa pérdida de tiempo buscando qué carajo hacer, y su opción, la suya es la más inteligente. Sonríe con toda la cara y me da las gracias. Y yo le digo que no, que ni gracias ni ostias, que los mentes cuadradas que le recriminaran el viaje se quedarán toda la vida viviendo un modelo (estudiar, trabajar, parir) que sólo es eso, un modelo, y que ella en cambio vivirá habiendo visto y elegido más modelos. Se le cae el culo. Si es que, qué majo soy.

Hablo inglés y español continuamente, saltando de un idioma a otra, traduciéndoles a los yankis y a Klara en la obra, y no me cuesta el cambio de lengua. Me sorprendo a mi mismo, y no hay nada más gratificante.

Después de comer (hoy al gallopinto lo acompañaba pasta, arroz y pasta en el mismo plato, voy a volver hecho un tonel, pero fibroso, juas), me voy a entrenar a los chavales. Llego al sitio donde Lenin ya está con los chavales. Son 23, de entre 6 y 12 años, y forman un equipo llamado Los Halcones. Les metieron 11-0 en el primer partido y yo me río cuando me lo cuenta Lenin. Él cree que me río por la paliza, pero no amigo, me río porque yo he jugado en un equipo en el que las docenas de goles por partido eran una constante. Ah, Tostainas Team, qué tiempos. 100 a 1 a que Los Halcones nos hubieran dado una paliza (o, en nica, "nos hubieran turqueado"). Les pongo a hacer un rondo, me hacen caso, les grito y les ordeno y les hago reír. Les pongo a tirar paredes, a hacer carrera continua y a moverse con el balón pegado al píe, yo, que hago del control de esférico un arte por descifrar. Formamos un par de equipos y a jugar la última media hora. Erik, de seis años, pasa del partido y se dedica a hacer el bobo, que para eso tiene seis años. "Erik, que estamos aquí para jugar al fútbol, no para hacer el tonto". Y me doy la vuelta y seguimos. Y al rato le veo sentado en un aparte con la cara larga. "¿Qué pasó, Erik?". "Que me llamaron tonto". "¿Quién te llamó tonto?"... "¡Usted!". Se me cae el alma al suelo, pero le doblego, le hago reír, y al rato corre como un poseso detrás del balón. Algunos juegan descalzos, en un campo en el que hay mierdas de vacas y poco les importa, otros se prestan las zapatillas, por lo que van con un pie desnudo y el otro calzado. Pero todos, tengan la edad que tengan, pesen lo que pesen, no le tienen miedo a nada. Meten la pierna como si les fuera la vida, se hacen daño, pero no lloran. Son duros y quieren demostrarme que son buenos. El portero me dice que le llame Casillas. Jason no quiere ser defensa pero le explico que un buen defensa es capaz de hacer muchas más cosas que un delantero. Rafa se ha escapado de clase para venir al entrenamiento. Me estoy dejando la garganta. Me siento como si dirigiera la puta Masía, coño. Aquí hay diamantes en bruto.
Y el entrenamiento termina cuando Carlos se lleva un balonazo en la cara que le pone el ojo morado. Por primera vez veo a un niño nica llorar.

De vuelta a la casa de voluntarios por el camino de La Prusia voy con Darian y un coleguita suyo. Me cuentan que tengo que ir a la laguna, que es el cráter de un volcán, que no tiene fondo y que a lo mejor se puede llegar al otro lado del mundo. Le digo que quién sabe, que un equipo de buzos yankis llegó para explorarla y tuvieron que desistir porque cuando más hondo llegaban, más caliente estaba el agua (esto es cierto).
Nos despedimos y llego a la Casa de Voluntarios engrandecido. Soy un jodido entrenador de fútbol.
Cenamos (cada vez me gusta menos el plan este de cenas; el que hace la cena del día siguiente, limpia la mesa y friega hoy, y me parece una paliza, que cocinar para 15 ya es un coñazo como para encima tener que fregar el día anterior... pero quién soy yo para cambiar nada... voy a empezar a mover hilos, a ver si no cae en saco roto un posible cambio, ya se verá. Laura está conmigo, pero ella, como yo, es una jodida rookie). Laura conoce a Jimmy de Santander (fue a clase con tu prima, guey).

Klara y yo le damos al chess. Ayer le gané, pero hoy se está tomando la revancha. Insistimos en la necesidad de comprar cartas de poker. Me enseñan a jugar al Catan, un juego de estrategia con tablero manufacturado importado de Alemania. Menuda friki esta Klara, qué grande el Pete que la vacila sin parar. "Klara, you are so nerd... but you are cute".

Y al catre. Y entro en mi casa y en el comedor dos escorpiones negros impidiéndonos el paso al merecido descanso. Les atizo con la escoba, se ponen en plan defensivo, pero yo soy grande y estoy armado. Eli y Klara subidas a dos sillas. Les expulso de mi morada, pero les dejo vivos. Para que cuenten lo que pasa cuando entran en mis dominios.
Se me cae la mosquitera. Me peleo. Sudo. Linterna en mano y en silencio, resoplando. Gano la batalla y a sobar.



29/10/09

Hoy me voy a escaquear un poco antes de la obra, que le toca a Lau hacer la comida y me parece un canteo que se vaya sola, con el píe hinchado, a hacer la compra. A las 10 me viene a buscar, estamos haciendo cemento, cemento, cemento (concreto, se llama concreto, que sos un caballo... es absurdo explicarse que han traducido mal). Comemos algo, nos duchamos, y para Granada. Por el camino de La Prusia me saludan chavales cuya cara me suena pero que no sé el nombre. Me dicen que cuando entrenamos de nuevo. Les digo que el lunes, pero que practiquen por su cuenta las paredes y el control de balón.

Nos metemos en el mercado, maremágnum de puestos. Quiere hacer vinagreta, así que asaltamos a las verduleras, que no sólo nos cobran menos ante una compra tan bestial, sino que nos regalan tomates.
Consigo dos barajas de poker por 40 córdobas cada una (dos dólares). En la siguiente tienda las vendían a 20. Soy un puto gringo.

Llamo a casa para que padre no me reconozca la voz y se crea que soy Carlos, y le tengo que decir que no, que soy el hijo que está en Nicaragua buscándose a sí mismo. En Madrid no ha pasado nada, Gurtel sigue y el Madrid ha palmado 4-0 contra el todopoderoso Alcorcón. Charlie, te digo yo que los Halcones también podrían con Cristiano.

Y al Tres Mundo con mi miniportatil a contaros esto por cero pavos. Por cierto, hablar cinco minutos con casa me ha costado 17,50 córdobas... 80 centavos de dólar... estaos en casa, colegas, que cualquier día os llamo, que me sale más barato que hablar de móvil a móvil en España. EEC. Esto Es Caribe.

Y enviar y a comer algo y un día más en el otro lado del mundo, encontrándome cada vez mejor, sintiéndome un mensch, que dirían los judíos que aquí no existen.

No os echo de menos, pero se me saltan las lágrimas con vuestros comentarios y mails. Sólo cuando te vas al carajo te dicen que te quieren por escrito. Gracias, chavales, de verdad. Se os quiere Atlántico mediante.

1 comentario:

Fernando dijo...

I need more men! "lo que sea menester..." jajaja. "seisse", mi compi de piso es granadino-aleman, y eso lo dice muuucho jajaja.

Un saludo. (te vas a poner como raúl de las burricas jajaja tanto cemento jajaja)