miércoles, 6 de abril de 2011

No es siglo para románticos

¿Se puede ser romántico y no tener objeto de deseo?

Se puede.

Años de inconsciente experiencia me dicen que sí, que soy un romántico y que no, no tengo objeto de deseo. No hablo del deseo carnal, hablo del deseo más puro, del querer algo hasta la extenuación, de cristalizar (Stendhal, por siempre), de dormirme despierto pensando en ese objeto de deseo, llámese mujer, llámese pasión por el arte, llámese un coche de tropecientos caballos.

Pero ¿y cómo se puede?

Y yo qué sé. Soy demasiado inocente y tengo poco bagaje empírico como para responder a semejante pregunta. Me enseñaron inglés siendo yo tan pequeño que soy incapaz de explicar reglas gramaticales, pero hablo en el idioma universal por los codos, y correctamente. Es decir, no sé porqué en inglés una expresión es de una manera y no de otra, pero sé que es así. Carezco de teoría, pero la práctica me dice que la aplico bien. Lo mismo me pasa en este caso del amor, en singular. Se puede ser un romántico sin objeto de deseo porque me pasa, pero no sé más.

Hoy me han preguntado, un psicólogo, claro, cuando fue la última vez que amé. Digo yo que de Paula estuve enamorado, pero si lo comparo con ese amor platónico que fue Eva en la adolescencia, simplemente no, no he amado a nadie más, no de esa manera (no hay dos amores iguales, todo sea dicho). A Eva la idolatré, cristalice su imagen (carajo, Stendhal, dónde has estado todos estos años), perfeccioné sus rasgos y aptitudes antes de acostarme y en el desayuno. Y me acostaba solo y el desayuno lo compartía con mi hermano, ella estaba a kilómetros pero yo la sentía tan dentro de mi cabeza y de mis entrañas que nunca estaba solo.

Paula se trabajó nuestro amor, fue ella la que puso el empeño y la que me hizo admirarla, no fueron mis sienes ni mis genes rebelándose en soledad. Fue un amor maduro, supongo, si es que eso existe, y fue un amor correspondido. Eva fue un amor adolescente, como creo que lo son todos, tengamos la edad que tengamos, y nunca supe hacer para que me correspondiera, nunca pasé la fase de admiración y primera cristalización, en esa descripción sagaz que hace el francés al que descubro tan tarde, pero a tiempo.

Así que digamos que el amor platónico por Eva fue, por ser platónico, el amor que me hizo insomne y que no he vuelto a experimentar. Y de eso hace ya más de una década, qué mayor dice mi DNI que soy, qué infantil me siento. Entonces, una década sin amar como explican el verbo los románticos de hace dos siglos. ¿Es posible, aun así, reconocerse romántico?

Sí, y frustrado, claro.

¿Y por qué sonríes si lo que escribes termina reconociendo frustración?

Estamos en las mismas, hay cosas que sé, pero desconozco sus razones y reglas.
Soy un romántico sin objeto de deseo. Y me carcajeo al teclearlo en este ordenador que parece cansado de recoger tantas locuras, insensateces, maravillas que me caracterizan y en las que me reconozco.

Quiero despojarme de esos amor-placer que he visto y tocado y zambullirme algún día en ese amor-pasión que casi ni el mismo Stendhal, categorizador del sentimiento, supo tener.

Supo tener... y es que eso, de nuevo, no se sabe. Se tiene, se siente, se hunde uno en el amor-pasión sin que su voluntad pueda decir esta boca es mía. Por eso quiero embriagarme en él, como cuando tenía 15 años y Eva se me antojaba la excelencia.

P.D.: no suelo recomendar libros, pero si algín día os dais de bruces contra 'Del Amor', de Stendhal y prologado por Ortega, y si además os reconocéis emocionales, agarradlo, devoradlo, dejaos llevar por su ironía.

2 comentarios:

Mixha Zizek dijo...

Me gustó este post, pero noté un aire irónico en tu entrada,
todos tenemos algo de románticos y tiernos, aveces no queremos aceptarlos, me gustó tu post, besos

MamenCh. dijo...

El chico desaparecido. Bienvenido al mundo(de nuevo)...