martes, 30 de agosto de 2016

A la cola

De nuevo, listas de la compra. Rebajas pre escolares. El gris en la ciudad y el ocre en el campo. Coleccionables que nunca terminarías. La jornada partida. Ropa de entretiempo. Fútbol como único deporte. Bandejas de entrada que ya no dejan entrar ni son bandejas, que son baúles. Reencuentros y narrar hazañas. Terrazas de verano para los inagotables y los nostálgicos. Cumpleaños que se amontonan, agendas que se desnudan y bonos de 3x2 en cerveza caducados. La Castellana que vuelve a no dormir, carteles de “Cerrado hasta el 31 de agosto” destrozados en papeleras de kioscos, porterías, bares y panaderías. Horas punta que recuperan el nombre, más sueño viajando subterráneo. Cuentas corrientes resfriadas y alguna cicatriz producto de vaya usted a saber qué, vaya usted a saber con quién, dejémoslo estar, que ya sabes cómo son los veranos.

Septiembre.

lunes, 15 de agosto de 2016

Saltos de cabeza

Desde las toallas, te instan a no tirarte. Argumentan que está sucia y no se ve bien el fondo. Que no hay suficiente profundidad. Con la yugular hinchada por sobredosis de vehemencia afirman que no tienes la técnica ni la práctica como para no picarte demasiado al saltar. Se preguntan, supones que con retórica, por qué vas a hacerlo, como si en el río hubiera algo que demostrar a las truchas. Presides la roca con la mirada fija en un punto imaginario en el agua, procuras no hacer caso al vocerío. Qué presuntuoso, negar el deseo ajeno cuando a ti no te implica. Qué cómodo, entrar andando al agua y personificar tu miedo en quien pretende volar. Más Frida Kahlo y menos Isaac Newton.

lunes, 8 de agosto de 2016

Parar el tiempo

Todos los veranos la misma historia, con lo que ya sabes cómo acaba. Aun así, insistes. Porque compensa. Siempre. Cada verano. Todos los veranos.